Son muchas las técnicas que nos han ido llegando a lo largo de la historia desde el lejano oriente. La mayoría son bastante interesantes, sobre todo todas aquellas que tienen que ver con las técnicas de relajación y belleza, porque el cuerpo y la mente son dos entes que confluyen unidos. Una de las especialidades que se empiezan a escuchar en los centros de estética de Europa es el llamado lifting Japonés. Esta terapia combina varias disciplinas, entre ellas, el shiatsu, la reflexología facial y el drenaje linfático. No sólo se estimula la capa superior de la epidermis, sino también las terminaciones del sistema nervioso.
Entre los beneficios destaca la elevación natural de la musculatura, la atenuación de las arrugas y líneas de expresión, la estimulación del colágeno y la elastina y la oxigenación de los tejidos. Podemos decir, que el lifting japonés modela las facciones, levanta los rasgos y otorga densidad a los tejidos, permitiendo que la piel del rostro adquiera mayor luminosidad, esplendor y vitalidad.
Pero, ¿en qué consiste exactamente un lifting Japonés en cabina?, ¿qué nos encontraremos si decidimos someternos a una terapia?
Por regla general, ya sabéis que todo depende del centro al que acudáis, lo que se intenta conseguir para obtener resultados, es activar la circulación sanguínea y disminuir las tensiones musculares. De este modo, la especialista, antes de comenzar con las maniobras de digitopresión, observará con atención la piel del rostro, la estudiará, pero no sólo visualmente, el tacto también juega un papel importante en el diagnóstico, ya que palpando el tejido se pueden localizar los bloqueos energéticos, origen de las alteraciones y de la aparición de signos de envejecimiento.
Tras el estudio, la profesional limpiará la piel con un desmaquillante. Por regla general se utiliza uno a base de extracto de loto sagrado, que es un poderoso antioxidante, también se aplica calmosensine, un complejo calmante que modera la sensibilidad de la piel, la deja fresca, limpia e hidratada.
Después se procede a usar una exfoliante, también se suele usar una que tenga en su composición micro-perlas de jojoba, efectuando movimientos circulares durante tres minutos para fundirla con la piel. Las micro- perlas permiten una suave exfoliación para eliminar las células muertas que la asfixian sin producir irritaciones cutáneas y favoreciendo la renovación celular.
Antes de proceder al drenaje facial para limpiar las impurezas del rostro, se aplicará una mascarilla dependiendo de las necesidades de la piel. De este modo, si tu pies está apagada y necesita vitalidad, la especialista recurrirá a una mascarilla con extracto de caviar, que tiene como objetivo nutrir, reafirmar y aportar luminosidad.
Si por el contrario, tu piel está sensibilizada o reactiva, la especialista usará una mascarilla específica. Tras la mascarilla y el drenaje se pasará a realizar un masaje de oxigenación, que consiste en levantar cuidadosamente el tejido de forma manual. Luego, se aplicará una crema que nutra y regenere la piel compuesta por extracto de caviar, vitamina A, E y C y ácido hialurónico.
Llegados a este punto, llega la parte más interesante de la terapia, la de activar los puntos de acupuntura de los diferentes meridianos que pasan por el rostro a través de digitopresiones con los dedos.
Por regla general el tratamiento completo suele durar una hora y media y quien ha tenido la suerte de probarlo asegura que sale de la terapia más relajado, con la piel más iluminada, firme y sin hendiduras en el rictus.
