La batalla a las arrugas de nuevo sometida a examen

Cientos de mujeres con implantes de silicona PIP han sufrido estas últimas semanas un gran susto tras conocer, por recomendación de la compañía, que debían ser retirados de inmediato. Según la explicación dada, estas prótesis contienen un aditivo para carburantes (gel de silicona industrial), lógicamente dañino para la salud.

La noticia ha vuelto a generar de nuevo el eterno debate, ¿hasta cuando la estética ha de ser una ruleta rusa?, y han saltado a los medios otras prácticas aún puestas en entredicho, como el de las inyecciones de ácido hialurónico. Estas inyecciones, que no son como el Botox, que elimina las arrugas paralizando temporalmente los músculos, contienen gelatinas reabsorbibles por el organismo en un lapso de tiempo de entre 3 a 24 meses.

El problema, es que estos productos se pueden adquirir fácilmente sin ninguna restricción médica, por lo que un mal uso puede ser muy peligroso. De hecho, según informó «The Times» hay 160 productos inyectables contra las arrugas autorizados a la venta en Reino Unido, contra solamente seis autorizados a la venta en Estados Unidos. Esto significa que la gran mayoría no están sometidos a una autorización médica estricta.

Era de suponer, por tanto, que tras el escándalo de los implantes mamarios, las autoridades francesas hayan admitido que la supervisión en la industria de las cirugías plásticas es baja y se necesita una nueva legislación. La Agencia francesa de productos de salud (Afssaps) ya está trabajando para imponer nuevas regulaciones para los fabricantes del sector de la cirugía, sobre todo con respecto a las pruebas clínicas.

Muchos, los más atrevidos, verán la noticia como alarmista, sobre todo teniendo en cuenta de que es una práctica usada diariamente en cientos de personas y lleva entre nosotros bastantes años. El caso, es que toda precaución es poca, sobre todo cuando se trata de un tema tan importante como es nuestra salud.