La llegada de la tercera década a la vida de la mujer es una de las etapas más interesantes, no sólo porque hemos ganado madurez, también porque nuestra piel, sobre todo para aquellas que hayan tenido acné, está más fortalecida, serena y preparada para que le apliquemos todos los conocimientos estéticos que hemos ido adquiriendo en la veintena.
Es en esta etapa cuando surgen otros problemas: no dejar que nuestro rostro acuse el paso del tiempo, que en ningún momento nos falte luminosidad y que la firmeza continúe por lo menos hasta los 40. También es muy importante cuidar los ojos de forma especial, ya que la piel que los rodea es muy sensible y es muy frecuente que a esta edad empiecen a aparecer las patas de gallo, las pequeñas arrugas, las bolsas y las ojeras.
Tanto el párpado superior e inferior de tus ojos, como la zona del labio superior, conocida con el nombre de “código de barras”, constituyen las áreas más delicadas de tu rostro debido a que en estas zonas la piel es muy fina y, por tanto, muy delicada. Usar cremas para estas zonas es una obligación. Ya os hemos hablado de algunos contornos de ojos que os pueden servir. Para la zona del labio superior siempre podéis usar vuestra propia crema facial nutritiva o algún contorno de ojos que también se pueda aplicar aquí.
A parte del contorno de ojos, entre los productos cosméticos que toda treintañera debería tener en su cuarto de baño, se encuentran: un desmaquillante o limpiadora (puede ser en gel, en leche o en crema, lo importante es que se use todos los días, por la mañana y por la noche); un tónico que ayude a cerrar el poro tras la limpieza y aporte luminosidad; una hidratante con factor de protección para el día (puede ser con color, antiarrugas… según el tipo de piel, pero es imprescindible la hidratación y la protección solar todas las mañanas); una crema nutritiva para la noche, que nos preparará la piel para afrontar la jornada siguiente.
Según el tipo de piel y nuestras necesidades cutáneas, podemos utilizar otros productos ‘extra’. Por ejemplo, las pieles grasas suelen tener menos arrugas que las secas, pero a cambio tienen que controlar los brillos, liberar los poros de impurezas y combatir el tono apagado. Lo ideal es hacer de vez en cuando limpiezas faciales, usar microdermabrasión y sesiones de fotorejuvenecimiento para cerrar el poro y dar mayor luminosidad.
En casa para controlar los brillos que aparecen a lo largo del día, lo mejor es utilizar un serum matificante debajo de la hidratante. Para eliminar las impurezas hay que usar un exfoliante una vez a la semana. Para combatir el tono aparagado, recurriremos a cremas nocturnas regenerantes con vitaminas.
Las pieles secas, a partir de los 30, sufren más la aparición de las primeras arrugas y también algo de pérdida de firmeza. Estos problemas conviene tratarlos por la noche, que es cuando la piel está más receptiva. Os recomiendo que le echéis un vistazo a la línea Tensage de Endocare.
Las manchas son otro de los problemas que suelen convertirse en una obsesión a partir de los 30. Lo más recomendable es acudir a un dermatólogo, quien mandará algún producto, normalmente formulado con hidroquinona, para ir aclarándolas. Por supuesto jamás salir de casa sin un protector solar e ir renovándolo a lo largo del día. Como tratamiento de choque, a parte de la crema que mande el doctor, podemos aplicar el suero antimanchas ‘Even better clinical’ de Clinique que además iguala el tono de la piel.
Al igual que en la veintena, en la treintena también es fundamental cuidar la alimentación, practicar algo de deporte y aportar a la dieta algún suplemento ¿Habéis oído hablar del colágeno hidrolizado? Muy pronto os animaré a que lo uséis.