
Si sueles ir a esquiar o a pasar el día a la nieve, es muy importante que extremes el cuidado de tu piel. Piensa que en altura el sol es mucho más dañino y a ello también hay que sumar el frio, que deshidrata y nos deja la piel frágil ante las agresiones externas. Por si esto fuera poco, un viento de alta intensidad realiza una agresión directa sobre la piel y provoca una pérdida inmediata de hidratación de la capa córnea.
A pesar de que estés en un lugar donde el sol parece más inofensivo, es todo lo contrario. No te fíes de él ni cuando está escondido tras las nubes. Los rayos ultravioleta las atraviesan. Y ese precioso lugar nevado es, además, un espejo natural gigante sobre el que estos rayos se reflejan, rebotan y se dispersan en todas las direcciones. Por supuesto, en unos de esos días mágicos de cielo azul, las precauciones que hay que tomar son aún mayores. Porque desde arriba recibes el 100% de la radiación ultravioleta e infrarroja. Pero, además, desde la nieve recibes otro 80%, reflejada.
Y, a eso, le tienes que añadir el hecho de que, a mayor altitud, también mayor radiación (cuanto más cerca estás del sol, con más intensidad inciden sus rayos). Supone, más o menos, un 4% más cada 300 metros de altura, así que si la estación o la montaña en la que te encuentras supone unos 3.000 metros, añádele a la suma de radiación hasta un 25% más.
Antes de ir a la nieve
–Prepara la piel con mesoterapia.
Estas microinyecciones, que combinan vitaminas A y C y ácido hialurónico, mejoran la hidratación de forma inmediata, reequilibran la barrera de lípidos y estimulan la circulación sanguínea, con lo que la piel está en las condiciones óptimas para enfrentarse a temperaturas bajas.
-Fortalece el rostro con ultrasonidos.
La piel se vuelve más frágil en invierno y requiere tratamientos altamente eficaces, pero suaves. Los ultrasonidos LDM hacen llegar hasta las capas más profundas de la piel activos como el ácido hialurónico mediante la fonoforesis, una función de alternancia de ultrasonidos que permite introducir principios activos en la piel sin agujas. Gracias a la liberación en grandes dosis de ácido hialurónico, la piel mejora su capacidad de retener agua, se estimula la producción de colágeno, se oxigenan las células y el tejido se ve más jugoso.
-Activa la hidratación con una máscara.
Todas las pieles, en mayor o meno medida, acusan un descenso en los niveles lipídicos durante el invierno. La tecnología usada por la NASA es la base de una avanzada y novedosa máscara de luz LED (diodos emisores de luz de baja intensidad) que emiten energía que estimula los tejidos. En su versión amarilla, consigue que la piel recupere su nivel óptimo de hidratación en una sola sesión.
Prepara tu piel ese día y durante los días que estés en la nieve
Tienes que marcarte un objetivo: Mantener la hidratación de tu piel. Esto es muy importante. Viste tu piel para la nieve exactamente igual a como vistes tu cuerpo en invierno: con varias capas.
-Primera capa. Limpieza suave.
Empieza por una limpieza suave, con productos sin jabones ni agentes abrasivos, para que no arrastren consigo sus lípidos naturales. La grasa tiene mala prensa, pero es buena y necesaria porque ayuda a mantener equilibrados los niveles de hidratación
-Segunda capa. Aceite.
Elige uno para pieles secas (de argán), antirojeces (esencial de camomila) o antiedad (de pepitas de uva o Iris), el que más te convenga. Todos te van a aportar un extra de nutrición muy necesario contra el frío. Usa solo tres gotas, caliéntalas entre las palmas y aplícalas con las manos abiertas, desde la barbilla hacia las mejillas y desde el cetro de la frente hacia los lados.
-Tercera capa. Sérum.
Espera unos cinco minutos a que se absorba bien el aceite y aplícate el sérum. Opta por uno antioxidante porque tu piel va a presentar batalla a los radicales libres de los rayos ultravioleta y a la falta1 de oxígeno de la altitud. También puedes usar uno especial para reparar los lípidos
-Cuarta capa. Crema.
Elige una altamente emoliente, de textura rica y con activos nutritivos para que aguante bien la agresión del viento. No te olvides del contorno de ojos y date el que habitualmente usas de noche, esta vez, durante el día
-Quinta capa. SPF de alta protección.
Aplícate un protector solar de alta intensidad: de 50 SPF mínimo y con filtros físicos y químicos combinados. Los primeros actúan como una especie de barrera espejo, que hacer rebotar los rayos UVA y UVB. Los segundos actúan a un nivel interior, absorbiendo los rayos ultravioleta. Incluso los hay con barrera especial para proteger la piel del viento y las bajas temperaturas, además del sol.
No te olvides de…
Los labios. Su piel es más fina que la del resto de la cara y ante el frío y el viento se ven comprometidos enseguida. No intentes nunca humedecerlos con la lengua. Primero, porque las enzimas digestivas de la saliva los irrita. Segundo, porque al evaporarse se lleva parte de la hidratación. Por eso, necesitas una capa abundante de labiales con protección SPF durante el día, y otra de bálsamos por la noche.
Tampoco dejes de lado la frente, la nariz y las mejillas. Son las tres zonas más expuestas. Sobre todo, si ya has pasado de los 30, porque tu número de glándulas sebáceas ya ha empezado a disminuir. Exfolia la frente por la noche con un peeling suave y, acto seguido, aplica una buena capa de crema nutritiva reparadora. En la nariz ponte durante el día doble ración de protector solar. En las mejillas, antes de enfrentarte al frío, date un poco de bálsamo por encima de todo lo demás.